Tortuga de Galápagos
La tortuga de Pinta se creía extinguida a principios del siglo XX. Salvo por la ausencia de tortugas gigantes, la isla estaba en condiciones casi prístinas hasta 1959, cuando unos pescadores liberaron allí tres cabras. Dada la distancia de Pinta a puerto, estos pescadores simplemente querían carne fresca en sus largos viajes de pesca. Sin embargo, la minúscula población de cabras explotó, y en 1970 se calculaba que eran unas 40.000. Las cabras habían devastado la vegetación y esencialmente habían eliminado cualquier hábitat bueno para las tortugas.
En poco tiempo, el descubrimiento de una tortuga Pinta fue una gran noticia. Los medios de comunicación estadounidenses empezaron a referirse a la tortuga como el Solitario George, en honor a George Gobel, un cómico de la televisión, que se había hecho conocido como el Solitario George. El nombre se mantuvo.
El Solitario George gozaba de una salud relativamente buena y su edad se estimaba en más de 100 años en el momento de su fallecimiento. Sin embargo, a diferencia de las demás tortugas del centro, George llegó a tener un gran sobrepeso. A finales de la década de 1980 se hizo evidente que George tenía que ponerse a dieta. Desde entonces, veterinarios y nutricionistas le examinaron periódicamente y el personal del centro siguió aplicando sus recomendaciones.
¿Dónde está el solitario George ahora?
Este 23 de febrero, el Gobierno del Ecuador, a través del Ministerio del Ambiente, trae desde el Museo de Historia Natural de Nueva York, el cuerpo embalsamado de la tortuga gigante oriunda de la Isla Pinta, Solitario George, quien fue uno de los reptiles más famosos del mundo por haber sido el último individuo sobreviviente de la especie Chelonoidis abingdoni. George vivió en la Estación Científica Charles Darwin (EICD) de la isla Santa Cruz durante cuatro décadas. El Solitario, como se le llamaba cariñosamente, recibía la comida por la mañana de su cuidador, Fausto Llerena, que se ocupó de él desde su llegada a la ECCD en 1972. El Centro de Crianza donde será exhibido lleva ahora el nombre de este guardabosques y es administrado por la Dirección del Parque Nacional Galápagos.
“George era un miembro de mi familia, lo honré de esta manera porque, de las muchas tortugas que había, era el más cercano y querido por todos”, dijo Fausto Llerena después de haber cuidado a George durante tantos años.
En el archipiélago hay 15 especies de tortugas, que tienen una forma y un tamaño perfectamente adaptados al lugar donde viven. George tenía un caparazón tipo silla de montar que le permitía levantar el cuello para alcanzar las hojas de los arbustos altos para alimentarse. El quelonio, llamado así por el nombre de su especie, vivió probablemente más de 100 años, según nuestro investigador principal, el Dr. Gustavo Jiménez.
Islas Galápagos
Son muchas las especies de fauna que conviven en armonía en las Islas Galápagos, donde Charles Darwin formuló por primera vez su teoría de la selección natural en 1835. Aunque fueron los pinzones los que llevaron inicialmente al joven biólogo a sus descubrimientos, otra criatura local es una parte igualmente importante del patrimonio natural de las Galápagos y de su nombre: la tortuga gigante de Galápagos.
En la década de 1960, las tortugas gigantes estaban al borde de la extinción. Tras la creación del Parque Nacional de Galápagos y la Fundación Charles Darwin, se puso en marcha un sistema para recuperar el número de tortugas en las islas. Ese sistema consistía en criar tortugas en cautividad antes de devolverlas a las islas de las que procedían cuando eran lo suficientemente fuertes para sobrevivir por sí mismas. Ahí es donde entra Diego.
Se cree que Diego tiene unos 100 años y fue devuelto a las Galápagos desde el zoológico de San Diego en 1977. Ha engendrado entre 350 y 800 crías, y es una de las principales razones por las que su especie, el Chelonoidis Hoodensis, de la isla Española, ha recuperado su número en las Galápagos. ¡Vamos Diego!
Tortuga Rafetus
Junto a los fósiles de perezosos gigantes y caballos hasta las rodillas se encuentra un recién llegado al desfile de la extinción del Museo Americano de Historia Natural: El Solitario Jorge, la última tortuga gigante conocida de la Isla Pinta.
Durante cuatro décadas, este reptil centenario fue un icono de la conservación en el archipiélago ecuatoriano de las Galápagos. Su subespecie, cazada para obtener carne y aceite de tortuga, prácticamente desapareció en el siglo XX. George fue su único superviviente y, a pesar de varios intentos de que se reprodujera con tortugas gigantes de subespecies similares, murió sin descendencia el 24 de junio de 2012. Ahora, lo que queda del legado del Solitario George es una montura realista en el Museo Americano de Historia Natural (AMNH) de Nueva York. Diseñada por un experto equipo de taxidermistas, la muestra representa a George en su momento más majestuoso, con el cuello extendido y el caparazón pulido.
La serendipia lo trajo al museo. La misma mañana en que Fausto Llerena, cuidador de George desde 1983, encontró a la tortuga muerta en su corral, una congregación de conservacionistas acababa de llegar a la isla de Santa Cruz para un taller de ciencia ciudadana. La isla de Santa Cruz, donde George atrajo a millones de visitantes durante sus 40 años de vida, es una de las cuatro islas habitadas de la cadena de las Galápagos; las otras tres docenas de islas e islotes son reservas naturales vírgenes. Cuando Llerena informó al Servicio del Parque Nacional de Galápagos del fallecimiento de George, compartieron la triste noticia con sus huéspedes, muchos de los cuales se echaron a llorar. Para Eleanor Sterling, científica jefe de conservación del AMNH que llegó a la isla ese día, las siguientes 24 horas estuvieron llenas de incredulidad. “Acabamos de ser testigos de la extinción”, dice.