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El águila arpía es rara en toda su área de distribución, que se extiende desde México hasta Brasil (en todo su territorio)[4] y Argentina (sólo el norte). (nota: el mapa de distribución en Trinidad y Tobago y las islas ABC es erróneo)
El águila arpía fue descrita por primera vez por Carl Linnaeus en su histórica 10ª edición de Systema Naturae de 1758 como Vultur harpyja,[8] en honor a la bestia mitológica arpía. Único miembro del género Harpia, el águila arpía está estrechamente emparentada con el águila crestada (Morphnus guianensis) y el águila arpía de Nueva Guinea (Harpyopsis novaeguineae), las tres componen la subfamilia Harpiinae dentro de la gran familia Accipitridae. Aunque se creía que estaba estrechamente relacionada, se ha demostrado mediante análisis de ADN que el águila filipina pertenece a otra familia de rapaces, ya que está relacionada con los Circaetinae[9].
El nombre específico harpyja y la palabra “arpía” del nombre común provienen del griego antiguo harpyia (ἅρπυια). Hacen referencia a las arpías de la mitología de la antigua Grecia. Éstas eran espíritus del viento que llevaban a los muertos al Hades o al Tártaro, y se decía que tenían cuerpo de buitre y cara de mujer[10].
Águila real
Muchas de las águilas más grandes del mundo son depredadores de primer orden que dominan su entorno, pero al mismo tiempo sufren la pérdida de su hábitat y la caza humana. Estos problemas, combinados con el cambio climático, hacen que muchas especies de águilas estén en peligro de extinción. De hecho, el águila más grande que se ve a continuación es el águila de Haast, que fue cazada hasta la extinción hace unos 600 años.
Aunque hay muchas otras grandes aves de presa en el mundo, las águilas son sinónimo de fuerza, autoridad y agilidad. Por estas razones, y por su increíble presencia, las águilas se utilizan como símbolos nacionales de países tan diversos como Panamá y Japón.
Viven en las selvas tropicales y bosques de África, y también se las ve en las sabanas africanas. Construidas para volar entre los árboles, sus alas son relativamente cortas y anchas, con una larga cola en forma de timón que les ayuda a navegar entre las ramas.
El águila coronada se alimenta de animales que pesan hasta cuatro veces su propio peso, descendiendo en picado y rompiendo la columna vertebral de la presa con su garra. Su dieta incluye monos africanos, gallinas de guinea, hírajes, serpientes, mangostas y pequeños antílopes.
Águila de Haast
Hoy en día, cada vez más personas se trasladan a las zonas boscosas y muchos recursos naturales, como los árboles y los minerales, son cada vez más demandados. En consecuencia, a muchas especies de fauna silvestre, incluidas las águilas arpías, les resulta cada vez más difícil encontrar buenas zonas en las que vivir. En Centroamérica, la pérdida de águilas arpías se hizo notar especialmente, ya que la especie se extinguió en países como El Salvador y empezó a desaparecer rápidamente de otros.
En 1989, el Fondo Peregrino inició un programa para aprender a criar águilas arpías en cautividad y devolver la especie a parte de su hábitat en la selva tropical. Con la cooperación de muchos países latinoamericanos como Panamá, Ecuador y Venezuela, que donaron águilas de sus zoológicos nacionales e instalaciones similares, el Fondo Peregrino tuvo suficientes águilas arpías para comenzar un programa de cría en cautividad. Todas las águilas adultas fueron enviadas a la sede del Fondo Peregrino en Boise, Idaho.
Boise es mucho más fría y seca que los lugares donde viven la mayoría de las águilas arpías. Para que las aves se sintieran como en casa y, por tanto, tuvieran más probabilidades de criar, el Fondo Peregrino construyó cámaras especiales diseñadas para imitar algunas de las condiciones de una selva tropical natural. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, sólo 10 polluelos de águila arpía sobrevivieron hasta la eclosión en unos siete años.
Águila arpía
Las águilas son aves de presa emblemáticas, formidables y de un tamaño impresionante. Determinar qué águilas son las más grandes del mundo requiere un examen de la masa, la longitud y la envergadura de las alas. La lente debe dirigirse a todos los continentes (salvo la Antártida) e incluso retroceder en el tiempo. También es importante considerar los promedios colectivos frente a las mayores dimensiones individuales jamás registradas (en la naturaleza o en cautividad). Como se puede sospechar, las curvas de campana superpuestas crean importantes zonas grises. La primera entrada de esta lista es claramente el águila más grande, pero más allá de eso, se requiere alguna interpretación.
La especie de águila más grande documentada, según cualquier criterio, fue el águila de Haast. Este gigantesco depredador neozelandés se extinguió hace entre 500 y 600 años, pero sus dimensiones y características se han conjeturado examinando restos óseos e incorporando tradiciones orales maoríes. Se calcula que el águila de Haast pesaba la friolera de 39 libras, con una longitud corporal de 35 a 55 pulgadas y una envergadura máxima de unos 9,8 pies. Utilizaba su fuerza colosal para cazar moa (nueve especies de aves grandes no voladoras). La caza excesiva de moa por parte de los humanos no sólo condujo a su extinción, sino que acabó con la fuente de alimento necesaria para mantener la población de águilas de Haast.